jueves, 10 de febrero de 2011

Montaña

¡¡¡Hola!!

Por fin nos decidimos a ir a la montaña. Tucson es un valle y está rodeado por montañas, digamos que es como es como esas piscinitas que haces con arena en la playa, Tucson es todo ese circulo de en medio que has creado, y los filos son las montañitas. Todo igual, pero sin agua, todo muy seco (es un desierto). Desde cualquier punto de la ciudad ves las montañas.

La montañas elegidas fueron las Moun Lemmon. Me pasé el día llamándola Montaña Limón, con la desilusión de que cuando he ido a buscar información, he descubierto que no, que no es limonera, sino que le debe el nombre a una tal Sarah Lemmon. Aunque para mi será siempre la Montaña Limón, o Toñi, la montaña ( Toñi, disminutivo con cariño de Montaña, nada que ver con las Antoñas).

Total, nos dirigimos de excursión (Andrew and I), pero con un objetivo, pasar un día en la nieve, o poder verla. Resulta que ha estado lloviendo ultimamente, asi que en la montaña, que sí que nieve ahí arriba, la lluvia se transforma en nieve. Al parecer arriba hay un pueblo y todo que se llama Summerhaven, no es un pueblo en sí, más bien una aldeita, con casitas para vacaciones, alguna gente vivirá allí, o no lo se. Pero en el 2003 sufrió un gran incendio y se perdió casi entero, lo han reconstruido pero no sabemos si estará como antes. Tienen hasta una pequeñas pistas de esqui, teleféricos o algo así he oído rumores.

Después de querer ir durante unos días, pero no animarnos a ir, por salir hasta en las noticias caravanas y caravanas de coches, en plan domingueros que no van a la playa, sino que van a la montaña, y se pasan más la tarde de domingo en el coche que fuera. Decidimos ir muy muy tempranito. Vimos el tiempo y tachán, señalaba una nevada para la noche del sábado, por lo que el domingo vien tempranito saldríamos a ver la nieve. Mi sorpresa fue a la mañana cuando vi que no paraba de llover, estaba nublado, y hacía un día malísimo para salír, pensé joe, vaya mierda otro día sin ir, ¿y ahora qué haremos?

Sin embargo, ahí estaba Andrés preguntándome tan tranquilo si quería algo de comer para la montaña. Total, que salimos, yo deseando que parara de llover, y Andrés me contó que dejaría de llover sobre las 9 de la mañana (eran casi las 8). Eso sí, a las 8 menos veinte, nublado y diluviando no había nada de nada de cola para ir a la montaña. Empezamos a subir y a subir, y yo que bonito el paisaje, parecía como el despeñaperros (o cualquier carretera así de montañas), pero un montón de cactus por todo el lado, y su vegetación (no todo es desierto)



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